En esta fría noche,
la vida me oprime,
el sortilegio
de su nombre evoco,
se acongojan mis cansados ojos.
se corona su recuerdo
y se cuela
entre mis agitadas sabanas,
el perpetuo remolino
de sus labios rojos.
Su eterna ausencia me consume,
mientras vuelven a pasearse
por mis penados dedos,
lo suave de sus firmes pechos,
El reloj se detiene,
un sudor quejoso galopa por mis venas,
mis cansados parpados se resisten,
y solo pido al cielo,
cuatro gotitas de vida,
sin que me torture la bella e inmortal
poesía vivida.
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