CUANDO DUELEN LAS PALABRAS

[Guillermina Covarrubias medina]

Hola

     En esta carta te voy a expresar esto que me no puedo decir en palabras, quizás no me escucharías ya casi no hablamos, donde se fue el amor, nuestras vidas están divididas.

Somos dos desconocidos viviendo bajo el mismo techo, ya no tenemos un hogar es solo una casa, donde las soledades gimen,construyendo ardores  y se desviste la dulzura,  y la pena ya es una ceremonia tranquila  sobre el un paño inmenso color turquesa,. 
  

Y me pregunto donde quedo aquel hombre  que ame?,del cual era su reina, su princesa.

Donde se fue? Dejo de amarme? Que no lo encuentro, quisiera  juntar mis sentimientos y amarrarlos rígidos en un árbol,para no embellecerlos con la ausencia y la distancia.

Porque? Ya no recuerdas la niña que llego a tu vida que hiciste tu esposa niña amante.

La que fue   arcilla en tus manos,  la que  hiciste mujer, aquella que conoció la pasión y descubrió la inmensidad del cielo  en tus brazos.

  

Donde se fue ese amor?   que encendía el fuego pálido y desordenaba los  vientos dorados, y la luna contenta  bajaba curiosa  al mirar el crepúsculo de nuestros labios.

 

Porque? Ya no me miras no me acaricias, tus besos ausentes,son ecos que se empinan en mis noches  ya  no me  rozan tus manos y el silencio brama como caricia ejecutada.

En que falle ? No me explico.

Si te ame con la candidez de niña, con las palabras en la boca que todavía no había pronunciado.

La pasión de la juventud que hervía la sangre  con el jadeo efervescente al que la luna quedaba impresionada cuando perdíamos el alma en un vaivén desesperado.

Con  madures de mis años donde los enamorados se obsequian noches gitanas quebrantando esos misterios hermosos  abrazados en un beso inconfundible.

  

Que nos paso, donde quedo ese el amor? El nos profesamos ese amor que cosquillitas  sentía cuando nos besábamos, donde están tus besos los extraño.

 

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Me avisa la sangre que volverás a llegar,

y cuando vuelvas  espero no veas caer los arboles  gigantes, y ya nuestras vidas unidas tan solo como gotas de mercurio.

Entonces,  quizás ya no quiera  compartir tu almohada.

 

Guillermina Covarrubias