CORAZÓN DE HIELO I
Un soldado tiene un gran deseo
y se apodero de su cuerpo con un fuerte picor
aunque sabía que le sucedía
de seguro le toco el amor en su puerta.
Decidió tomar el riesgo
para elevar hombría,
y conquistar a la mujer indicada
por supuesto, en esta loca aventura.
Y caminó por los montes y por la llanura,
para sucumbir en el arte del amatorio,
aunque después terminará
en la trinchera o en el purgatorio
decide a si mismo: “No me voy a arrepentir”.
Grave error en ese ir y venir incontrolable
minutos después los pechos se fundieron,
en el lienzo y hasta en el fuego,
las miradas se confundieron
entre mordeduras y besos.
Todo era pan comido con mucho queso,
hasta que el soldado se durmió hasta el amanecer
y se quedó plácidamente en la cama acurrucadito.
Los sueños se congelaron a través del tiempo
dejando inerte y su alma vacía,
contando en ves de ovejas,
los besos que se dieron.
El asombro fue tan grande
que las margaritas
con el frío de su indiferencia
se marchitaron
y buscando contener su calor
sintió en la cama escalofrío.
.
Sus manos sintieron la frialdad
del corazón de hielo de la mujer,
rápido en el bolsillo de su pantalón buscó
y la mujer desconocida se marchó
con el amor, con la billetera,
con su dinero,
sin decir
un triste adiós.
Santos M. González
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