… el miedo siempre termina por
hacernos esclavos
Isidoro Irroca
Soy el ser vacilante
de vida trunca,
una bestia incorregible
que se horroriza ante
su propio abismo.
Sobre mi corazón encallecido
no dejan huella las emociones.
Nunca tuve infancia
ni viví la aurora de los abrazos,
tampoco me dormí arrullado
con la ternura de una canción de cuna.
¡Por dentro llevo un mundo de sombras!
Mil veces me propuse regenerarme,
lo juré por la memoria
de la madre que no tuve
y… al minuto…
¡un desconocido demonio
me empujó las manos!
¿Quizás la marca de Caín luzco
como abyecta cicatriz en mi frente?
Delia Checa
Publicado en antología
“La sed del agua” Ed. Dunken
Mendoza, Argentina
Comentario
Mil gracias, Norma, por el valioso y grato comentario que me dejas.
Nuestro país abunda en seres marginales, muchos de ellos viven estas situaciones extremas.
Un abrazo fraterno.
Gracias por compartir tu poema que me expresa una profunda sensación de vacilación y desolación. Hablas de un ser incorregible que se horroriza ante su propio abismo y de un corazón encallecido que no siente emociones. Mencionas la falta de infancia y la ausencia de abrazos y canciones de cuna, Es un poema introspectivo y lleno de emociones intensas.
Mil gracias, Benja.
Abrazo fraterno.
Muchas gracias, amigo Críspulo.
Saludos fraternos.
Muchísimas gracias, querida Natuka.
Un honor recibir tu grato comentario.
Te aclaro que todo su contenido es pura ficción,
lejos ha estado mi existencia de esas experiencias.
Un abrazo fraterno.
Querida Delia, he leído tu poema, y me ha conmovido profundamente. Se percibe un dolor muy hondo en esos versos, la lucha interna de un alma atormentada que no encuentra la paz.
Lamento esa infancia truncada, sin ternura ni canciones de cuna. Esa sensación de vacío existencial, de haber nacido con una marca imborrable. Tu sinceridad y vulnerabilidad frente a tus propios demonios internos es realmente valiente.
Aunque el poema transmite desolación, también vislumbro un anhelo de redención. Deseo que puedas hallar la fuerza para reinventarte, sanar esas heridas y recuperar la fe en la bondad de la vida. Siempre podemos reescribir nuestra historia y ser artífices de nuestro destino.
Gracias por compartir estos profundos y dolientes versos, tan reveladores del alma humana. Te envío un fuerte abrazo fraterno.
Natuka
Gracias J. Jesús y Elías.
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