En la danza efímera de la vida, un giro inesperado,

a veces, la despedida llega como un suspiro ahogado.

No avisa con lágrimas ni con triste melodía,

es un adiós silente, una sutil despedida.

 

En la trama del destino, se teje un enigma,

la despedida inesperada, un pesar que se aviva.

No hay preparativos, ni consuelo que alcanze,

es un vacío súbito, un dolor que avanza.

 

Las palabras no dichas, los abrazos que se quedan,

la despedida inesperada, como hoja que cede.

En el rincón del alma, se guarda el lamento,

en la partida sorpresiva, un cruel tormento.

 

A veces, la despedida más difícil es la que no avisa,

como una brisa que se lleva la risa.

En el adiós imprevisto, se cierne la oscuridad,

una sombra que nubla la realidad.

 

El corazón se estremece, la mente se cuestiona,

en la despedida inesperada, la pena se entona.

Los recuerdos se vuelven luces en la bruma,

un homenaje a la partida que abruma.

 

Aunque duela en lo más hondo, en la sorpresa amarga,

la despedida inesperada enseña una carga.

Que en la fragilidad de la vida, en su tejido frágil,

la despedida no avisa, pero el amor es el hilo ágil.

 

Así, en la sombra de lo inesperado, queda el consuelo,

de que el amor perdura más allá del duelo.

La despedida sorpresiva, como un capítulo veloz,

pero el lazo eterno, perdura en el adiós.

 

 

 

 

 

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Comentario

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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