Y yo de niña su imagen miraba
compungida y aterrada
boquiabierta casi sin respirar
temblando lo contemplaba.


Su mirada dulce y de fuego
su desnudez ensangrentada
los clavos,las espinas,sus llagas.


Mi madre me enseñó a llamarlo Dios
¿que era un Dios?
¿un chocolate
un helado, un muñeco amado
era un sueño,una fantasía
un cuento de hadas,una poesía
un rocío al amanecer?
¿una estrella,una flor
el verano ardiente
o la gloriosa primavera'.


Cuatro letras tatuadas en mi alma
cuatro letras que son bebida diaria
la verdad,con sabor a vida plena
envuelto en misterio y adoración.


Yo envuelta en la angustia y el terror.
Mi Dios estaba muerto
yo rezaba y Él
se mantenía en silencio.
¡Oh dulce y cadavérico
rostro de mi Dios!
noches de incertidumbre y dolor
yo rezaba y él seguía callado.


Hasta que un día 
callé yo también 
deje de hablarte 
solo para contemplarle
muy de puntitas me acercaba.


Y así fue como traspase
el umbral de su divinidad
a ese corazón suyo sacrosanto
en el silencio de mis desiertos
lo sentí vivo y escuché su voz.


Cual campanas de dicha ,
en mi infantil corazón,
cual aleteo de paloma
que surca lo inexplorado,
la alegría eran 
mariposas coloridas
que salían 
de su pecho blanco
y a todo mi ser cubría .


Busqué y hallé
el camino y la luz
que su misericordia me donaba
niña feliz, saltaba y cantaba
busque cobijo bajo sus brazos
allí felizmente mi esencia
halló su amor,esperanza y paz.


Autora:Adela Mendo Flores
Trujillo - Perú
Diciembre 06- 2014

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