ANDARIEGOS
No hay nadie que lastime los oídos
en la sorda sorna de los andariegos
que así burlan a la muerte
y fraguan el olvido
con sus cucharas de plata o de madera.
Casi no queda nadie
cuando se despeja la nostalgia
entre las lianas y sus aguaceros
y, de pronto,
volvemos a soñar una ciudad
que solo deja el humo suspenso
entre las avenidas,
volvemos a sus presas conceptuales,
a su tesis de ausencia e hipotecas.
Pero aquí, en la hamaca,
alguien me recuerda
cómo debemos pronunciar el amor,
darlo con todos sus vértices desprovistos
de cordura,
como un mantra repetir las canciones
que nos hicieron soñar otrora
cuando el viento no sabía que había otros cielos.
DE UN NUEVO POEMARIO EN CONSTRUCCIÓN
DERECHOS DE AUTOR PROTEGIDOS POR LEY
PINTURA MARTA ORLOWSKI
Comentario
Gracias, Críspulo, por tu bello mensaje, abrazos
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