En mi oído se reclina el agua.
No se desploma, no,
que tiene mi corazón
anchas ventanas,
y en mi oído
reclinada
el agua
corre
por dentro
y canta.
II
Se oye el agua reclinándose
en el musgo.
Es la semilla alegre
del agua
que descansa
o el día hilando
el pequeño desnudo
de los pájaros.
Se oye el cristal agreste
desatando en el alba
su corriente,
es el rocío que hiere
con su pata celeste…
…escucha
se ha quedado sola como mi desnudez
la rama.
Es que regresa al aire la azucena,
es que cae el aroma
¡calla!
que en mi oído reclinada
el agua
canta.
Agua fresca ante mis ojos,
agua fresca por todos lados;
agua, y más agua en mi entorno
no puede pensar más que
en ese líquido preciado que tantos
servicios nos presta;
agua y más agua por todas partes,
pero la sequía aparece
y ya no vemos más agua;
es entonces, cuando falta,
que más la apreciamos y extrañamos.
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