A mi madrina Ángela García (La nena)
A la mujer que me amó,
como nadie me valoró,
al hada madrina,
que me homenajeó,
con su benefactor corazón,
a la que brindó
con el champaña del amor
por mi vida,
a la que sonreía cuando volaba
mi infancia de emoción.
A la mujer buena,
a aquella la del amor inmortal,
la que regó mi vida,
de bellas fantasías,
saciando mis infantiles días,
con un amor dadivoso,
que brilló cual pulcro diamante
en mi infante existencia,
con todo su esplendor.
A la mujer de vivos ojos,
de inteligencia privilegiada,
de besos tan profundos,
que colorearon mis días,
de inocente emoción.
A la mujer,
que desbocó su privilegiado amor,
en un pequeño niño,
con los rayos de su vida,
con el claro sol de su corazón,
hoy le dedico,
con la flor encanecida de mi esencia,
este fervoroso poema,
a su recuerdo,
a su devoto amor.
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