A LA CIUDAD DE MÉXICO

 

Tienes luces audaces, el incienso

de tiempos coloniales

y las hondas pasiones teologales

de un Zócalo capaz

de resguardar instintos parroquiales.

 

Te enseñas optimista

en frondas de ahuehuetes milenarios

en la vertiente fértil de tus vientos.

 

Tus grifos cantarinos y locuaces

salpicaron las carrozas

y hoy bañan con sus aguas

las faldas de las niñas tan audaces.

 

Es la Patria pasión de tus tormentas

de siglos y de estragos,

del evangelio hiriente y agorero,

de lo mejor de aquellos tus rezagos

que arrancan en enero

y germinan en noches tan inquietas.

 

Te pareces en todo lo que haces

a la pasión exangüe

de tus luchas y bálsamos antiguos.

Regaste con tu sangre

la Trágica Decena

en los años por todos tan temidos.

 

Ciudad imponderable

que excede al mismo polvo de sus cuitas,

bañada de sarcasmos

en el cruce de todas sus ermitas.

 

Tus tesis son la cima de entusiasmo,

el vientre de lirismo

de seculares almas, contriciones

de ángeles dormidos

y a veces el abismo

que conmueve a las castas bendiciones

del misterio de cumbres y resabios.

 

Me ves con indulgencia

si rezo mi pleonasmo postinero

 tal vez indemostrable,

de ver tu crecimiento como enigma

turgente y mañanero

de zonas populares

cual nuevo leviatán que nos lastima.

 

No puedo descifrar tu añejo rumbo

ni el signo de tus mayos

en la vertiente de los nuevos mundos.

Te miro desde lejos

y me seduce lo hondo de tus vetas,

la faz de tus desmayos.

 

Tu ágil derrotero

se esconde en el instinto donde moras …

de esas turgentes manos

que seducen el alma lastimera

en donde siempre horas.

 

Ciudad de los Palacios,

de Helguera el almanaque

en casas y talleres

te dibuja cubierta de volcanes

con caballeros tigres

y sombras de pirules…zodiacales.

 

Rivera te pintó con mil matices

en nuevos pergaminos

en los muros de fuentes y palacios

con lemas y mensajes

y la leyenda infiel de tus caminos.

Con finas directrices…

cubrieron sus pinceles los espacios.

 

En las mañanas nos regalas panes

a la sombra de todos tus confines,

y un poco de tus dejos

augustos y felices…

en los espacios sacros

y en las esquinas duermen tus deslices.

 

Van y vienen tus fuegos y tu manto,

la gloria de tus pasos

en liviana señal de tus cadalsos

y el rictus de tu espanto.

 

Tú tienes en el ángel la columna

de lámpara prendida,

la luz que nos motiva:

la sabia libertad de la comuna.

 

A medida que crece tu andamiaje

hacia el cielo con nuevos domicilios

desaparecen huertos

y se enrarece el surco y su lenguaje

con el color plomizo,

pero feliz y saltarina siempre

adornas de la Patria su plumaje.

 

 

 

 

 

 

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Comentario

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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