Desechado y sin refugio,

 mi alma dolida,

no consigue albergue

donde hospedar su dolor.

Veo en el cielo,

 una nube fragmentarse,

 en pedazos

y la percibo tan mía

porque es mi propio yo.

Condenada cadencia de dolores,

que a mi puerto arribó,

una noche incierta,

en que mi ensenada tembló.

Saboreé el majar de su boca,

aunque de la fruta de sus besos,

mis labios no comió,

quedé como ola,

que se estrella en el malecón

desecho y sin refugio,

donde ahogar mi dolor.

Rompiste,

 la fuente sincera de mi amor,

aquella que apenas brotaba,

y la sellaste con tu miel de reproches,

dejando mis almibares,

a la buena de Dios.

 

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Comentario

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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