Juan es campesino… obrero de los surcos, sacerdote del agua. El alba lo sorprende empapado con el rocío mañanero, desentrañando el misterio de la tierra mientras un cortejo de pájaros rompe el silencio. Sigue una tradición ancestral de ruda tarea de inmigrantes que llegaron al país huyendo del hambre y la guerra. Desentendido del estrépito de la ciudad, acompañado solo de su perro, encuentra la felicidad en la rutina de cada día, disfruta del emerger de los tiernos brotes y el madurar de los frutos… ¿quién podría robarle esos milagros cotidianos?
Delia Checa - D. A. R.
Mendoza, Argentina
Comentario
Gracias por tanto aplauso, apreciado Críspulo.
Muchas gracias, J. Jesús, por tu comentario
y el aliento para mi accionar poético.
Abrazo.
Conmovedor microrrelato, gracias por compartirlo apreciada poeta Delia Pilar.
Felicitaciones. Un amplio abrazo fraternal.
Gracias, Elías.
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