Estaba el buen Jesús, el milagroso
haciendo con sus hombres oración,
Zaqueo lo seguía silencioso
trepado en un arbusto cual gibón.
Zaqueo era un avaro vanidoso,
un gordo pequeñuelo y juguetón,
un tímido aldeano algo jocoso
con aires de ser fiel y bonachón.
Jesús se dirigió con simpatía
al hombre que trepado allí seguía:
¡Bajad que en vuestra casa os voy a ver!
y así lo acompañó hasta su aposento…
Zaqueo se moría de contento
y no se lo podía ni creer.
Etiquetas:
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
© 2025 Creada por Aimee Granado Oreña-Creadora.
Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio