EL AIRE QUE NOS NUTRE Y NOS MALTRATA
Poema en Verso Libre
Aire: fluido inocente que estás en todas partes de la tierra,
nunca tranquilo, como todo te mueve, andas a la deriva,
no opones resistencia, esa palabra no está en tu diccionario
y hasta debes llegar donde no quieres.
Cuando analizo tu comportamiento
le doy gracias a Dios que estés presente
porque sin ti, no puede ser posible la existencia.
Expresiones como ésta se escuchan con frecuencia en el amor,
algunas veces comunicando una verdad discreta y en otras, un tanto exagerada;
en tu caso, nada más aferrada a la verdad, esa sentencia
que vale para todo ser viviente.
Todo lo que se mueva te intranquiliza
y obliga a que te vayas a otro ambiente.
Cuando respiro te introduzco en mi ser
y una vez que recorres mis pulmones,
te dejo en necesaria libertad
para que te repongas de los cambios
que tuviste al entrar en ese ambiente:
la proporción de oxígeno, de hidrógeno,
de anhídrido carbónico y todo lo demás.
Las plantas como tales, también te modifican
pero en sentido inverso que los seres vivientes;
y gracias a facetas de reverso, realizas el trabajo sin esfuerzo.
Nadie te ve pasar pero te siente,
escuchamos tus voces de protesta
en diferentes formas y frecuencias.
Analizando un poco, esos ruidos que produces al moverte,
tengo que concluir que no tienes garganta;
te la prestan las cosas, que rosas al pasar.
Refrescas los lugares con tu paso
y das ondas menudas a las aguas tranquilas.
Cuando ya estás cansado de quietudes,
el mismo diablo se te mete dentro;
a todo lo irrespetas, empujas con violencia,
dispersas lo que encuentras a tu paso
y eres tremendamente destructivo
De acuerdo con la furia que te mueva,
la dirección que lleves, donde te encuentres
y las características que exhibas,
la humanidad te llama diferente.
“Simún” en el desierto abrasador,
“aquilón” en el norte,
“tremolina” cuando haces mucho ruido,
“vórtice” en el centro de un ciclón,
“ventolera”, “ventisca”, “vendaval”,
“remolino”, “galerna”, “torbellino”,
“ráfaga”, “tromba” “brisa” y hasta “huracán.”
Pero mejor no digo más apodos
porque sé te vas a disgustar.
Es mejor que te sienta tranquilito
y escuches lo que voy a preguntar.
¿Por qué te dejas empujar tan fuerte?
y ¿cómo contrarresto tu violencia?
Para que sea agradable tu presencia
debes andar sereno, no apurado;
sin aumentar el miedo al asustado
y a quien le estás nutriendo la existencia.
No nos molestas si tu paso es lento
y en forma continuada nos visitas;
por el contrario, tus continuas citas,
a la vida le sirven de sustento.
Hildebrando Rodríguez
C. I. V-651.103
Mérida-Venezuela, 06 de octubre del 2019
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