DISCURSOS APOCALÍPTICOS DE JESÚS

PRIMERA PARTE

"Ahora, han vuelto a ser perseguidos como en tiempos ya pasados, pero son mis sandalias y estandartes. Yo deposito de nuevo en ellos mi confianza y allí donde estén, iré. Les daré ánimo, paz y empuje, para terminar su trabajo. Pronto, muy pronto, será lo que ha de ser y pasará lo que ha de suceder". (Jesús)

Mucho antes de que Juan escribiera su Apocalipsis en la isla de Patmos, y en los últimos días de la predicación de Jesús el Cristo, éste revelará a sus discípulos una serie de hechos futuros que sucederían al final de esta Generación. El objetivo de estas manifestaciones era que estuvieran preparados y alerta para no dejarse sorprender por los acontecimientos que sucederían en vísperas del cambio de Ciclo del planeta Tierra.

Estas revelaciones están contenidas en los Evangelios. Con una transcripción parecida en los de Mateo, Marcos y Lucas. El de Juan no contempla este discurso, pero sí la promesa de los Consoladores, los Espíritus de la Verdad, que ya han manifestado su presencia en los tiempos actuales, y sobre todo, en las últimas décadas, han recordado a los seguidores de Cristo todo lo que Él dijo, guiándoles a toda la verdad y anunciándoles las cosas venideras. También han argüido al mundo con respecto al pecado, a la justicia y al juicio. Pero, el mundo no ha querido escuchar, reflexionar y rectificar, y sólo unos pocos han creído que estos “Abogados” sean los Ángeles Extraterrestres.

Los Discursos Apocalípticos de los Evangelios confirman las vicisitudes postreras de esta Humanidad decadente, reflejadas por Juan en su libro profético, y la mayoría de las profecías predichas por Jesús ya se han cumplido. Sólo quedan unas pocas, prontas a realizarse, en el inmediato porvenir.

La interpretación global:

Es evidente que, cuando Jesús les dijo que no quedaría piedra sobre piedra del templo de Jerusalén, sus discípulos quedaron intrigados. Prueba de ello es, que algunos de ellos aprovecharon un aparte para preguntarle al Maestro, cuándo sucedería eso y cuál sería la señal de su venida y del fin del mundo.

Jesús amaba mucho a sus discípulos, y sabiendo que todos ellos iban a reencarnar en el siglo XX, no quería que ninguno se perdiera porque alguien lo engañara, como sucedería con muchos. Les dio, pues, una serie de señales e indicaciones, correspondientes a unos hechos ubicados en los Tiempos Finales, y en las vísperas del final del Ciclo de este planeta. En las fechas en que se revisan estas líneas, ya han sucedido casi todos, y los pocos que quedan, están prontos a suceder.

Véanse los hechos predichos como señales y su correspondencia en el devenir de este siglo, próximo a terminar:

1ª SEÑAL: “Oirían hablar de guerras y se levantarían pueblo contra pueblo y reino contra reino”.

Ya han tenido lugar guerras grandes, guerras pequeñas, otras muchas de entidad menor, de las que apenas hay rumores, porque los medios informativos no las consideran importantes para su audiencia o los reporteros no pueden llegar o informar, pero que no dejan de producir multitud de víctimas cotidianamente.

Es verdad que la guerra, desgraciadamente, ha sido frecuente en toda la historia de la Humanidad, pero, también es cierto, que en el transcurrir del tiempo, este disparate sangriento ha ido aumentando en cantidad, intensidad y generalidad. El deseo acuciante de este espécimen loco y homicida ha sido, permanentemente, el de poseer armamentos cada vez más mortíferos, sofisticados y totalmente eficaces, para hacer más grandes a los enemigos las destrucciones y mortandades.

En el siglo XX, el progreso tecnológico ha conseguido un salto espectacular en la capacidad bélica de matar y destruir. Ahí están las dos Guerras Mundiales, de 1914 y 1939, para demostrarlo. Dentro de este drama secular planetario, donde aniquilar bélicamente al prójimo se ha convertido en una práctica habitual, se marca un hito, de ninguna manera permisible por la paciencia cósmica, cuando, en 1945, uno de los espíritus satánicos que lidera una de las cabezas de la Bestia, el presidente Truman, decide el lanzamiento sobre Hiroshima y Nagasaki, dos indefensas ciudades japonesas, de un nuevo armamento terriblemente devastador: la bomba atómica. Las llagas eternas de estos holocaustos, marcan el comienzo del tiempo humano, en el que esta generación perversa ya tiene el poder aniquilador suficiente para destruir la célula del Cosmos en la que habita y perjudicar seriamente a las otras que la rodean. Y eso, no puede aceptarlo, ni puede consentirlo la Justicia Divina. Hasta entonces, “aún no era el fin” de esta humana gente, según las palabras de Cristo a sus discípulos, pero, a partir del estallido nuclear, comenzó el devenir de su final.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el rugido de las armas no ha dejado de sonar, “levantándose pueblo contra pueblo y reino contra reino”. Mucha sangre se ha derramado en la 2ª mitad del siglo XX y comienzos del XXI, en los suelos griegos, coreanos, centroamericanos, vietnamitas, afganos, libaneses, iraníes, iraquíes, soviéticos, palestinos, egipcios, sirios, etíopes, somalíes, malvinos, bosnios, entre otros muchos. Multitud de conflictos, de mayor o menor tamaño, más o menos conocidos por la opinión pública, originados por problemas entre países colindantes, por enfrentamientos religiosos, por motines raciales, por reivindicaciones territoriales, por deseos independentistas o por supuestas “limpiezas étnicas”. Con crueldades psicológicas increíbles. Y todavía habrá más “levantamientos de unos contra otros”, como dijo Jesús, que desembocarán, irremediablemente, según se ven las tendencias y contemplan las profecías, en una Tercera Lucha Planetaria a corto plazo, de terribles consecuencias, y que agotará la paciencia de Dios. Como dice cierto refrán: “a la tercera va la vencida”. El hombre insensato de este mundo desdichado tendrá que enfrentarse a los efectos que ha producido con su proceder equivocado. Y ese será su fin.

2ª SEÑAL: “Vendrían muchos usurpando el nombre de Cristo y engañando a muchos”.

Así ha sido. El siglo XX y el XXI los han contemplado a centenares. Numerosos han surgido en todos los rincones del mundo, encabezando sectas, fundaciones, comunidades, doctrinas variopintas y falsas religiones. Algunos produciendo espantosas masacres, asesinatos o suicidios colectivos, que han horrorizado al mundo. Otros, influyendo sobre las mentes, sobre las conciencias, sobre las economías de millones de incautos que han caído en sus redes satánicas, convirtiéndose en simples marionetas de sus fines inconfesables. Los falsos Mesías han pululado, aún pululan y durante ya poco tiempo pulularán sobre la tierra, montando escenarios con grandes farsas y espectáculos aparentemente prodigiosos, concentraciones y aglomeraciones de masas, con los que han captado y captarán grandes cantidades de adeptos a los que seguirán engañando y lavando el cerebro hasta el último día.

Llegado un momento determinado, cae la careta, y los prosélitos, descubierta la impostura, han comprobado y comprobarán que son farsantes, no teniendo ya a qué aferrarse. Sobre todo, los seguidores del Falso Profeta, con mayúscula, que pronto mostrará su verdadera cara. Pero, ¡bien!, porque así aprenderán.

Cristo sabía de su facilidad de palabra y su poder de sugestión. Por ello, alertó a sus discípulos, haciéndoles ver que, en su última reencarnación al final de los tiempos, cuando estarían esperando Su llegada, deberían estar vigilantes y no confundirse, pues muchos impostores pretenderían hacerse pasar por Él. Como precaución, no debían ir a ningún lugar donde les dijeran que Él estaba, ya que su venida sería inconfundible, fulminante y esplendorosa, como después se verá, tras las señales anunciadas.

3ª SEÑAL: “Habría hambre y terremotos en diversos lugares”.

Basta con echar mano de las estadísticas, para comprender que esta 3ª señal ha sido y es de una operatividad innegable en estos tiempos apocalípticos. Desde los comienzos de este siglo, por culpa de las guerras, de la sequía, de las plagas, de la superpoblación, del acaparamiento egoísta de los países ricos en perjuicio de los pobres, el hambre ha ido creciendo por todo el planeta. A tal extremo ha llegado la escasez que, a finales de los años 80, se calculó que en el mundo sólo quedaban existencias de cereales para 58 días. China, por ejemplo, padecía una sequía terrible, y contemplaba la posibilidad de que el hambre se extendiera por todo el país. En la Europa del Este y Rusia se racionaban los alimentos y Estados Unidos perdió un tercio de sus cosechas.

En Latinoamérica, en la mayor parte de Asia y África, hace tiempo que las hambrunas son endémicas. Se calcula que 60 millones de personas murieron de hambre a comienzos de los años 90, y que, finalizando esa década, cada día morían 40.000 bebés en los países subdesarrollados, por falta de alimentos. Y esto no es nada, comparado con los índices que habrá en los años venideros, tras haber estallado la Tercera Guerra Mundial.

En cuanto a los terremotos, se ha ido registrando en estos Tiempos Finales una creciente actividad sísmica. Y los temblores han ido ganando en intensidad. Desde 1950 a los días que corren, la cifra de grandes terremotos, de índices superiores a 6 grados en la escala de Richter, casi se han triplicado con respecto a los producidos en la 1ª mitad del siglo XX.

Después del terremoto de Agadir, en Marruecos, con 10.000 muertos, el de Chile con 7.000 víctimas, ambos en 1960, y el de Turquía, de 1.966, con cerca de 6.000 muertes, en los últimos 30 años, se han registrado en el mundo cerca de 40 de los llamados “seísmos asesinos”, causantes de más de un millar de víctimas. Al de mayo de 1970, devastador de la región peruana de Chimbote que, con una magnitud de casi 8 grados, mató 70.000 personas, le siguió el de Guatemala, en febrero de 1976, con 7 grados y medio y la muerte de 25.000 habitantes. Tras el de mayo, en la región italiana de Friuli, con miles de muertos, decenas de miles de personas sin hogar y pérdidas materiales de cien mil millones de dólares, en julio de ese mismo año, un gigantesco temblor, de casi 9 grados de índice, destruyó una amplia región de China, causando cerca de un millón de muertos, y en noviembre, Turquía también sería probada, con un saldo de más de 5.000 víctimas mortales. En 1977 hubo terribles temblores en Rumanía, en Japón, en Irán, en Europa Oriental y en Guadalcanal (Islas Salomón), con saldos elevados de víctimas. Irán padeció un terremoto de 7’7 grados en septiembre de 1978, con una cuenta provisional de más de 25.000 muertos. Los años sucesivos registraron movimientos importantes en diversos lugares del globo, hasta que, en septiembre de 1985, un violento seísmo de 7’9 grados, que afectó a México capital, causó más de 20.000 muertes y gravísimos daños materiales. Más tarde, en diciembre de 1988, Armenia se vio sacudida por un fuerte temblor de más de 7 grados, que mató cerca de 70.000 personas. Otra vez Irán, en 1990, vio perder la vida a 55.000 seres humanos, tras un seísmo de 7’8 grados, tras una cadena de 2.500 temblores en una semana, habidos en el Japón el año anterior, como una repetición de los 17.000 terremotos menores habidos en suelo japonés, en 1988, en el espacio de 48 horas.

En la década de los 90, la tierra no dejó de temblar, y muchos lugares conocieron los efectos de sus sacudidas, como Pakistán, China, India, Egipto, Nicaragua, Colombia y Turquía. El 24 de febrero del 2.004, tuvo lugar el de Alhucemas, terrible desastre entre otros que han dejado sentir su potencia en los primeros años de este tercer Milenio. Y todo esto no ha sido “nada más que el principio de los dolores”. En los días que restan para el final de esta Generación, se incrementarán los temblores devastadores, alcanzando algunos, magnitudes increíbles en la escala de los grados, como los que arrasarán la región de Los Ángeles, San Francisco, Nueva York y otras populosas ciudades, con la muerte masiva de millones de seres. De aquí a poco, se producirán los terremotos más grandes que jamás se hayan visto.

Indudablemente, el Cristo dio a sus discípulos unas señales muy claras.

                                                                                             

                                                                                           CONTINUARÁ...

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Respuestas a esta discusión

Amigo Jesús:

He recibido en mi correo este mensaje tuyo "Sr José, si usted revisa mis comentarios podrá observar que nunca utilizo palabras ofensivas para comentar, esta es la ultima vez que le comento algo y por favor no vuelva a dirigirse a mi."

No lo comprendo, ni creo haber dado ningún motivo para ello. Si fueras tan amable de explicármelo, te lo agradecería. Con todo afecto.

JESUCRISTO SIEMPRE SUPO Y SIEMPRE SABE, ACERCA DE LOS ACONTECIMIENTOS QUE VENDRÍAN Y VENDRÁN.  ES MUY INTERESANTE EL ANÁLISIS QUE SE HACE DE CADA UNA DE SUS PALABRAS.

GRACIAS POR COMPARTIR ESTE ANÁLISIS.

Cristo era un Genio Solar y sabía todo lo que iba a suceder en los tiempos finales.

Es conveniente permanecer con la lámpara encendida, como las vírgenes prudentes del Evangelio, porque la venida de Jesús el Hijo del Hombre está ya muy cercana.

Y cada uno recogerá de acuerdo a lo que haya sembrado. El que haya plantado cebollas, no cosechará rosas.

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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