Ayer...
¿Quién se detuvo a pensar
en la humedad intimidante
del paralelo cero?
¿Quién creyó negativo
el sol abrasador de la llanura?
¿Quién vio peligros en la violencia colombiana
o en la negada otredad de Venezuela,
cuando deletreábamos palabras y existencias?
¿Alguien llegó a pensar que los novenos pisos
o la ausencia de los vidrios ahumados
podían ser valladares para hacer el amor?
¿Alguien llegó a negar que había cosmovisiones compartidas?
¿Alguno dejó de enternecerse
con la melodía y el mensaje de la tonada aquélla?
“Cuando llegue mi niña / como la aurora
se mirarán los árboles / en la laguna”....
¡Claro...era que éramos felices!
Hoy...
Voces distintas
que condenan el ayer impensado.
Pétalos caídos sobre el río del tiempo.
Aires tibios, hojas del parque, claros cristales
como serpénteos dardos que te abrasan
después de verter en ti su acíbar vengador.
Total: son pocos los recuerdos de los bellos momentos
de...
cuando éramos felices.
Mañana...
Premiaré con palabras que quieren ser poemas
al mortal que retire este polen amargo
y me hable de un instante
de...
cuando éramos felices.
..Y pasado mañana...
¿Qué será de nosotros?
Ya no habrá deletreos
de palabras hermosas.
Ya no habrá Primaveras.
Tampoco florecerán
los conceptos comunes
que hablan de otras ausencias.
Roma, primer día de la Primavera del año 2009.
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