EL ARTE Y LA FILOSOFÍA
La filosofía, desde siempre, ha querido aproximarse al concepto del arte. Aristóteles y Platón nos hablaban de arte como habilidad o destreza en alguna actividad: arte de la medicina, de la guerra; pero llegaban a notar una diferencia entre las artes. Para Platón, el arte comprendía toda actividad humana distinta de la naturaleza, ordenada a un fin creativo determinado (y aquí incluía la ciencia). Y, sin embargo, ni siquiera los filósofos podían ignorar la naturaleza, porque es de ella de donde se surte la imaginación creadora. Lo dijo el poeta Antonio Machado, al poner en boca de su personaje Juan de Mairena estas frases como sostén del valor y la necesidad de lo natural en el arte: “En las épocas en que el arte es realmente creador – dice Mairena – no vuelve nunca la espalda a la naturaleza, y entiendo por naturaleza todo lo que aún no es arte, incluyendo en ello el propio corazón del poeta. Porque si el artista ha de crear y no a la manera del dios bíblico, necesita una materia que informar o transformar, que no ha de ser - ¡claro está¡ - el arte mismo”. La filosofía distanciaba el arte de lo natural, pero no podía desdeñar la presencia avasallante de la naturaleza.
Vemos cómo el arte abstracto está constituido por formas inventadas por el espíritu, pero rinde tributo a la naturaleza, toma de ella sus ricas formas con el propósito de reducirlas a un conjunto que ofrezca la sencilla estructura de una idea: combinar el realismo natural con la prodigiosa simplificación que forja la invención del espíritu.
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¡Muy didáctico, Alejo!
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