EL VACÍO DE LO COTIDIANO

El hombre vive en su cotidianidad sin percatarse de ello. Trabaja, se relaciona, vive el ocio, está en la vigilia o en el sueño; y todo pasa fuera de él, de su consciencia, mientras que su entorno hace lo mismo. El habla de relación está limitada al uso necesario para comunicar lo imprescindible en cada situación: la del trabajo o la del ocio. En tales estados del espíritu, todos decimos cosas semejantes con palabras semejantes, y nadie queda sin comprender lo más destacable de lo que se dicen los demás. Maurice Blanchot nos ha dicho que lo cotidiano es inaparente, pero que no se oculta en la actividad diaria de las personas.

Advertimos que lo cotidiano no tiene verdad propia, y que lo que sucede en el momento de la existencia de allí mismo no importa realmente a ninguno de los que participan en la acción. En la obra de Beckett: Esperando a Godot, dos vagabundos esperan algo trascendente y hablan de lo cotidiano para postergar su decisión de suicidarse. Mientras esperan a Godot, que puede evitar la fatal decisión, hablan sin temas determinados, porque hay que dejar que eso pase hasta la llegada del momento supremo. Quisieran participar en lo verdadero, en lo realmente válido de la existencia, y le es negada esa salida.

En las letras francesas del existencialismo, Albert Camus trata abundantemente el tema del absurdo que surge de la cotidianidad. Lo hace en su ensayo: El mito de Sísifo, en el que retrata el descubrimiento súbito de la monotonía de los días y nos coloca frente a la conciencia, adalid en el combate contra la cadena de gestos repetidos en la vida ordinaria. A partir de la idea del suicidio, va exhibiéndonos Camus los variados temas que rodean la ansiedad del hombre. Vemos el absurdo, percibido con el sentimiento y la inteligencia, que se nos cae encima de imprevisto, en el transcurso de cualquier acto de la existencia, por importante que parezca. La turbación del absurdo nace de lo cotidiano y su potencial avasallante determina el surgimiento de las actitudes mecánicas y automáticas, un automatismo que está en nuestro propio ser y va llevándonos al vacío. El tiempo se nos enfrenta como otra expresión del absurdo; es el otro enemigo, que impide la libertad y nos da en el rostro con el sentido de la muerte para crear el sentimiento del horror. Y todo en un mundo que es extraño aunque lo inventemos como cercano y familiar, en el que la naturaleza tiene una esencia distinta de la nuestra, es impenetrable e inhumana. Otra manifestación de lo absurdo.

Y de frente a estas sombrías apariciones, la conciencia pretende afirmarse distinta y busca la liberación. Cuando ella despierta, nos advierte de la presencia de la cotidianidad y surge el asombro en el hombre. ¿Por qué habíamos soportado el automatismo de nuestros actos, la extrañeza del mundo? Y allí estaba la fatiga, la náusea ante lo contingente. El sin sentido que se oculta en lo absurdo tiene ahora un contendor: el yo interior que trata de escapar del cerco cuya única salida es el vacío. Lucha ahora la con-ciencia del individuo en busca de claridad y se enfrenta a lo irracional y a la absurdidad del mundo.

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Con la primera lectura que acabo de hacer de tu brillante texto, querido Alejo, ya tengo más que suficiente para justificar esa  merecida calificación. Con un sentido de la oportunidad estupendo, das en el clavo con precisión de orfebre y penetras en un campo minado donde es preciso caminar con sigilo de lince para no provocar el estallido letal, aunque, cuando hablamos del ego, se sabe, con tantas flaquezas exhibidas, las cuales brillan como estrellas titilantes en sitios como este, la herida abierta, esa que debe cerrarse y cicatrizar para continuar erguido, cada quien en su rumbo, el vital sendero, sangrará inevitablemente en el proceso. 

Son escasos los que toleran las críticas que pretenden ayudar a ponerse de pie de una buena vez y para siempre a quienes no saben siquiera que se arrastran, y no reconocen sus conductas para luego asumir y corregir. Abrazo y mis FELICITACIONES por este nuevo aporte que destaco de modo especial. 

P.S.: a sabiendas de la salubridad esplendente de tu propio ego, querido Amigo, osaré sugerir la revisión de una expresión tuya en este mismo texto, aquella en la que nos dices... "Quisieran participar en lo verdadero, en lo realmente válido de la existencia, y le es negada esa salida." Sé positivamente que hallarás el detalle a corregir, y ofrezco mis disculpas por el atrevimiento, siempre muy bienintencionado. Ya que estamos, el título que vemos sobre el texto mismo, también amerita relectura. 

Gracias, Hugo, por tus generosas palabras. Vienen de ti y significan mucho. Es probable que haya algo que corregir pero no lo he encontrado. Por eso te pido me digas cuál es el detalle a corregir.

Un abrazo.

Alejo

Es un placer, Amigo mío, cumplir con la preciosa función de ser coherente en el concepto de Amistad. Verás, Alejo, si relees con detenimiento, que en la frase citada en mi anterior comentario (entrecomillada), inicias en plural y acabas en singular: he allí la anomalía. En el vocablo "le", que debió ser les, está el yerro, mínimo cuan importante. En cuanto al título impreso sobre el texto mismo, si lo revisas atentamente, verás que la tilde está donde no debe. No tengo dudas de que has escrito desde un equipo móvil utilizando el modo Diccionario y no revisaste posteriormente el resultado final del texto. Solo uno de esos poetas locos que vive como lo hago, sin apremios, advierte detalles ortográficos que a muchos les pasan como postes de alumbrado eléctrico cuando viajan a velocidades extremas en sus automóviles. Si hubiese un nido en alguno de los postes, que los hay, y muchos, no se darían cuenta. Abrazo apretado en retribución al tuyo, Alejo, al que sentí cálido y fraternal, como es tu espíritu, mi admirado venezolano. 

"LE" es un pronombre impersonal y la frase que adviertes es correcta. Lo correcto es el pronombre "le", que se refiere a la salida (en singular), y no a los vagabundos que esperan a Godot.

Gracias por leer con detenimiento. No es usual hallar a alguien que se aplique a leer con cuidado.

"Quisieran participar en lo verdadero, en lo realmente válido de la existencia, y le es negada esa salida".

Saludos cordiales.

Alejo

Otro nuevo ensayo genial de Alejo Urdaneta

El tiempo se nos enfrenta como otra expresión del absurdo; es el otro enemigo, que impide la libertad y nos da en el rostro con el sentido de la muerte para crear el sentimiento del horror. Y todo en un mundo que es extraño aunque lo inventemos como cercano y familiar, en el que la naturaleza tiene una esencia distinta de la nuestra, es impenetrable e inhumana. Otra manifestación de lo absurdo.

Un muy buen ensayo

Gracias 

mary

INTERESANTE ENSAYO QUE NOS OBLIGA A REFLEXIONAR.

" El sin sentido que se oculta en lo absurdo tiene ahora un contendor: el yo interior que trata de escapar del cerco cuya única salida es el vacío. Lucha ahora la con-ciencia del individuo en busca de claridad y se enfrenta a lo irracional y a la absurdidad del mundo"

MUY BUEN TRABAJO LITERARIO.

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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