El monte Calvario

 

¿Qué hay en aquella colina

que mueve mi ser al llanto?

Si ya no está el hombre Santo

que mi vida conmoviera...

Si ya se borró el espanto,

¿por qué el corazón me inclina

a odiarla de esta manera?

¿Qué hay en aquella colina

por la que el rencor rebosa?

Ya no existe Cruz dolosa,

gritos, clavos, ni gemidos...

¿Es que no está pesarosa

de aquella muerte divina,

bien de tantos redimidos?

¿Será, quizá, que en el viento,

que susurra en su pendiente,

flota ese Cristo doliente

al que el amante no olvida?

¿Será ese dolor que siente

mi recuerdo, el pensamiento

que embarga mi Alma afligida?

Puede ser que allá en su cima,

¡oh, mortal crucifixión!,

permanezca la oración

traspasada de dolor,

de Aquél que pidió perdón

para que el Padre redima

al que despreció Su Amor.

¿Quién dice que en su ladera

no se encuentra aún grabada,

con la sangre derramada,

la ofrenda de su agonía?

¿Ve allí mi Alma conturbada,

que aguarda en paciente espera,

la tristeza de aquél día?

Si no hay ya son ni tormento

en su tierra silenciosa,

ha de haber alguna cosa

que allí reclama mi inquina,

con atracción poderosa:

¿Dolor? ¿Mi remordimiento?

¿Qué hay en aquella colina? 

    ......ooooooOoooooo......             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Respuestas a esta discusión

Muy buena obra. Gracias por compartit

Gracias, María.

Tu Alma es muy sensitiva, capaz de percibir lo que otros no pueden.

Ese es el don de los que tienen espíritu de poeta.

Con todo afecto.

El efecto que ha causado en mí la lectura de este bello poema suena en mi apreciación de un modo muy particular. Sentí la poesía de San Juan de la Cruz en  su Cántico Espiritual. 

Un poema es música y también oración en el silencio de la noche. "La soledad sonora" resuena en las estrofas maravillosas del poema que he leído. 

Pensaba citar algún párrafo pero prevalece el deber de estar cerca de la poesía, y no requiere de ejemplos tomados del canto que nos ofreces.

Un abrazo.

Alejo

Gracias, amigo Alejo.

Has sabido ver la música y la oración, donde hay el gemido de dolor del que vio a su amado en el lugar del atroz sufrimiento y no pudo hacer nada para evitarlo.

Juan de Yepes sintió en su Alma la amargura y escribió sus versos.

Siglos después, alguien ha tomado el relevo. Tú has sabido percibir el relevo. Tienes un corazón afortunado, capaz de generar el sentimiento místico e identificar su origen.

Ha pasado el tiempo, pero no la esencia.

Un fuerte abrazo.

José.

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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