Era la víspera de Navidad en un pequeño pueblo cubierto de nieve llamado Aurora. Las luces de colores colgaban en las ventanas, las chimeneas lanzaban humo en el aire helado, y el aroma de galletas recién horneadas impregnaba las calles. Pero en la casa al final de la colina, un niño llamado Elías miraba por la ventana con una mezcla de anhelo y tristeza. Este año, su familia no podía permitirse regalos, y aunque la Navidad siempre le había parecido mágica, sentía que algo faltaba.
La madre de Elías, Ana, intentaba mantener el ánimo alto. Con manos expertas, decoró el pequeño árbol de Navidad con adornos hechos a mano, mientras cantaba villancicos. Pero Elías apenas sonreía. Lo único que deseaba era poder darle un regalo especial a su madre, algo que mostrara cuánto la amaba y apreciaba todo lo que hacía.
Esa noche, mientras el pueblo dormía, Elías escuchó un suave tintineo fuera de su ventana. Curioso, se puso su abrigo y salió al frío. En la colina cercana, un trineo mágico resplandecía bajo la luna, y junto a él, un hombre con barba blanca y una sonrisa cálida: Papá Noel.
—¿Qué haces despierto, pequeño? —preguntó el hombre con una voz profunda pero amable.
Elías, con un poco de timidez, le explicó su deseo. No quería nada para él, solo algo que hiciera feliz a su madre. Papá Noel lo escuchó con atención, y sus ojos brillaron.
—Esa clase de bondad siempre merece un poco de magia —dijo, entregándole un pequeño cofre dorado—. Dentro de este cofre hay algo único, pero recuerda: la verdadera magia está en lo que tú elijas hacer con ello.
Elías regresó a casa con el cofre y lo escondió bajo su cama. Al amanecer, cuando su madre despertó, encontró el regalo en la mesa del comedor. Al abrirlo, vio una carta escrita por Elías. Decía:
"Querida mamá, este cofre tiene algo más valioso que el oro: es un recordatorio de todo lo que me has enseñado. Dentro encontrarás el tiempo que siempre me dedicas, el amor con el que haces que todo sea especial, y la magia que traes a nuestras vidas, incluso cuando no hay regalos. Este es mi regalo para ti, porque tú eres la verdadera Navidad."
Ana, con lágrimas en los ojos, abrazó a su hijo, y en ese momento, ambos sintieron que la Navidad era mucho más que adornos o regalos. Era el amor que compartían, la gratitud y la magia de estar juntos.
Esa Navidad en Aurora fue la más especial de todas, porque Elías había descubierto que el regalo más grande era el corazón.
brayner abrahan gomez baez
Republica Dominicana
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Un cuento de navidad muy bonito, me gusto y felicitaciones amigo Brayner por tu gran creatividad al escribir. Saludos desde mi Caracas/Venezuela.
brayner abrahan, magnífico, cuento, muy bueno, un abrazo, amigo
Bienvenido y gracias
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